lunes, 24 de septiembre de 2012

José Tomás en Nimes




Hace mucho tiempo que no voy a los  toros y solía hacerlo. Es un sentimiento paradójico. Creo que debe prevalecer la voluntad de las personas sobre la de los animales, por eso me parece una barbaridad la tortura de lidiar y matar a un toro. En estos momentos de mi vida prevalece esta consideración frente a la satisfacción de ver una gran faena o una faena emocionante.

Siempre he visto los toros desde dos puntos de  vista, desde el punto de vista artístico y desde el punto de vista sufriente del toro. En algún momento sentí predilección por el primero; ahora pienso en el pobre animal. Eso no quiere decir que no sepa o no me acuerde de valorar una gran faena.

Durante las semanas previas al encierro de José Tomás con seis toros en Nimes, ví con cierta sorpresa que algunas agencias de viajes ofertaban noche de hotel y entrada. No presté atención al precio. Es verdad que se organizan viajes para muchas actividades, pero me llamó la atención que se hiciera tan grande despliegue para una corrida de toros aunque el protagonista fuera José Tomás.

He logrado ver unas pocas imágenes por televisión y otras capturadas por el público que se encontraba en la plaza. No son de buena calidad. Se aprecia la estampa del torero, la seguridad a la hora de asentar los pies, los precisos movimientos de muñeca y en los momentos señalados, la quietud frente a la envestida de animales de bastantes kilos, pero sobre todo quietud frente al muy probable sufrimiento. No debemos olvidar que después de una cogida queda el dolor y la soledad de una habitación. Y eso lo saben bien los toreros. Hay algunos que no se han podido sobreponer mentalmente a una cogida. El cuerpo se recupera. La cabeza no sigue los mismos principios, no esta claro que donde antes había arrojo, no haya ahora duda.

Por eso me parece ejemplar la actitud de José Tomás, la valentía de permanecer quieto en unos terrenos donde está amenazada la vida y el dolor. En su día el torero dijo que le gustaría morir en una plaza de toros. Esto también lo he oído a los actores de teatro, que dicen preferir morir en el escenario. En el caso de los toreros, se presupone una muerte violenta y contra su voluntad. Lo difícil es sobrevivir. Enfrentar la concepción del toreo a la propia vida. Ha sucedido muchas veces. La última en Nimes.

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